Efectivamente, todos deseamos volver a nuestras rutinas de siempre sin mascarillas ni restricciones de ningún tipo, y de momento nos vamos conformando – qué remedio-, con lo que llamamos nueva normalidad. Pero, ¿Qué es lo normal? según la palabra misma, lo normal es lo que se aplica a la norma, y por ello, más confusos todavía, pues la norma supone un autor o director que regula y vela por que se cumpla la misma.

Si bien no queda clara quién es el autor que vela por la normalidad en los parámetros que vive nuestra sociedad hoy, los cristianos estamos de enhorabuena en este tiempo de auténtico gozo, al descubrir a quién es para nosotros, Camino, Verdad y Vida presente entre nosotros. Cierto que de un modo nuevo, y es por ello que nos llena de esperanza. A esa «normalidad» apuntamos todos, no como una vuelta a lo que ya vivimos, que como se ve está lleno de sinsabores y sorpresas que suscitan recelos y temores. Pero nada se siente así cuando se disfruta del cariño que mueve a dejar las preocupaciones de lado. ¿Podremos imaginar lo que es vivir sólo para amar y recrearse en ese cariño constantemente? «Ni ojo vio ni oído oyó lo que tiene Dios preparado para el hombre»(1 Cor 2,9).

Descubrimos ese amor en cuanto salimos de nosotros mismos y nos vemos alcanzados por lo que sin razón aparente nos abraza y rodea. Es el reflejo de la Presencia de Cristo que nos anima a seguir luchando por la Vida que inició con su presencia y afán de redimirnos. La Resurrección de Jesús nos invita a una nueva normalidad, la de vivir la existencia como don y se alimenta en la entrega de quién lo ha dado todo por nosotros. Actualización de ello, la Eucaristía que celebramos cada día, como anticipo del Banquete del Reino y por su Don, debemos procurar hacer de nuestra existencia un regalo para los demás.

¡Muy Feliz Pascua de Resurrección a todos!